Hoy nos hemos reunido.
Mi amigo Ernesto que es muy listo e inteligente a la vez- virtudes que raramente se dan unidas en un ser humano- dice que con los amigos de la infancia te ves como si nunca hubieras dejado de hacerlo y que hablas como si siguieras siendo niño, puedes decir lo que quieras que nadie se molestará.
Han pasado más de de cuarenta años y seguimos todas igual, o eso nos parece, nos hablamos como si no hubiera pasado el tiempo, tenemos la misma cara que cuando coincidimos por primera vez en Santa Ana con cuatro o cinco años, así subjetivamente lo apreciamos, aún cuando sabemos que las arrugas nos acompañan.
Eso tiene la memoria, las caras de tu infancia siguen igual pasen los años que pasen.
Obviamente ni lo estamos ni nos lo creemos, pero si que lo sentimos.
Los años, los problemas, los disgustos y la ¡puñetera menopausia! no perdonan, pero yo sigo viendo a Maribel, a Cristina, a Lydia, a Carmina, a Tina, a Pilar, a Mila, a Rosalía y a Lola igualitas que cuando teníamos seis, diez, catorce o dieciséis años, llenas de ilusión, de ganas de vivir y guapas. Porque la belleza está en como eres y como te sientes y nosotras siempre fuímos así, valientes, adelantadas, felices, y ¡locas como cabras!.
Cada una tiene en su vida su "caduná", o lo que es lo mismo, todas y esto no lo dudo, hemos pasado etapas duras o muy duras, o menos, pero seguimos estando ahí, dispuestas siempre a compartir un buen cocido y por supuesto un gin-tónic y cantar "en la avenida del puerto hay un colegio famoso que se llama Santa Ana ¡aupa! muy conocido por todos...."
El colegio nos marcó, para bien. Era distinto a todos los de chicas de entonces. No había tontería, y si la había te la quitaban al instante. No había opción.
¡Que gran lección de vida nos dieron en Santa Ana!
Nos enseñaron a ser independientes, valientes, y ¡únicas! y así seguimos siendo.
¡Que gran alegría encontrar a mis "amigas"! a mis compañeras de risas, de lloros, de odios eternos a las monjas y a las proferoras, de cachondeos en clase, de comer pipas como posesas, de pegar los chicles bajo el pupitre, de esclafar los huevos en la pared del comedor, de ver como la Virgen te miraba y te sonreía- solo a tí- en Misa, de pelarte la clase y esconderte en el wáter a fumar, de comprar el PRONTO en el kiosko la de la esquina, de oir a doña Elena Francis por la tarde en clase de inglés -¿quien se traía la radio?- de comprar chuches en la "paraeta" de la salida del cole y azuzar al exhibicionista que nos enseñaba la pilila, de compartir confidencias de nuestros primeros besos y lo que siguió, de odiar un día a tu padre y el siguiente a tu hermano, de mearnos de risa en los ejercicios espirituales en Alacuás o Santo Espiritu....de todo, todo aquello que conforma como será tu vida futura, lo que serás, como serás y que persona serás. Nosotras, buenas personas, con ganas de vivir, de querer y de seguir viéndonos.
Hoy ha empezado un tiempo nuevo, nos volveremos a ver, seguiremos comiendo cocido y regándolo con generosas dosis de cerverza y gin- tónic.
He disfrutado como una enana.