Como la mayoría de ustedes sabe bien, las crónicas que periódicamente les desgrana la firmante se refieren fundamentalmente a las aventuras y desventuras de todos o algunos de los integrantes de un grupo de amigos denominados vulgarmente "los lleseteros" aún cuando no sabemos muy bien los bautizados el porqué del nombre (irónicamente lo digo claro está) en un también peculiar pueblo denominado Beneixama o Benejama como se prefiera pues, dado que entre los protagonistas de estas crónicas hay una gran cantidad de madrileños que están en su derecho a utilizar el castellano, de las dos formas se le puede llamar a este bendito lugar.
Así que el origen de todo está aquí, en un "Plá de vega frondós" donde se desarrollan gran parte de nuestras aventuras y porqué no alguna desventura que no voy a contar porque no viene al caso.
Es este un maravilloso mundo virtual que tiene la particularidad de hacernos olvidar, a todos los que lo componemos, las batallas que a diario libramos en nuestras obligaciones cotidianas, y es tan, tan virtual, que desengancharse de esta vida te lleva aproximadamente dos meses después del verano y varias semanas tras la Pascua.
Tanto es así que la mayoría de los años cuando nos queremos dar cuenta de que hemos vuelto a la vida normal ya nos hemos plantado en las Navidades y ¡vuelta a empezar!
Pero no todo son alegrías, por lo menos para mí.
Como buena forastera sufro. Y se preguntarán el porqué. Pues bien ya que están tan interesados me dispongo a contárselo.
Aquí los forasteros, es decir, los que no hemos nacido a la vera del Vinalopó-ese caudaloso rio que atraviesa el valle- seremos eternamente eso, forasteros, por una sencilla razón, carecemos del gen autóctono que nos impide disfrutar a tope de las fiestas de Moros y Cristianos.
¡No será que no lo he intentado! pero no hay manera. Año tras año padezco una lucha interior que me impide conciliar el sueño los días previos a tan magno acontecimiento. Sueño con el voltero general de campanas y disparo de morteretes, con la retreta, con la ganada del castillo y la serreta y no será que no estoy acostumbrada a los ruidos...¡cogno que soy valenciana de pura cepa, de la calle Alboraya...es imposible serlo más...!
Ya les conté en una ocasión como fue mi bautismo de fuego. Aquello me dejó ya traumatizada de por vida. Juré por mis muertos que no volvería a salir en la entrada, pero como todo lo que se jura se incumple, ahí me tienen a mí siete u ocho años después vestida de sota de bastos con una bandera tamaño XXL desfilando en la entrada.
Comparen las imágenes..¿a que nos parecemos?
Como llegué allí ni yo misma lo se. Después de una copiosa comida abundantemente regada y sin saber cómo me encontré en un garaje siendo vestida y maquillada por profesionales del ramo de "les festes"...el traje ¡indescriptible! una especie de túnica de mil colores, con escudos bordados y flores de lis, acompañada de una boina imposible con una pluma de pavo real que para sí quisiera la reina de Inglaterra en sus mejores momentos...pero ¡surgió el problema! el trajecito en cuestión constaba de una faldita corta, unas mallas de colores variados e iba acompañado de unos deliciosos escarpines-imitación de seda- de un fresa subido que le daban un cierto empaque al conjunto en cuestión y que, ciertamente, hubieran disimulado lo horrible de las mallas invernales que me zamparon.
Pero ni de coña conseguí calzármelos, lo intenté con ahínco cual hermanastra de Cenicienta, pero ni aún así lo logré- todos mis esfuerzos fueron en vano-así que finalmente me tuve que calzar lo único que había a mano y que era más o menos aceptable para tan rídiculo atuendo...unas alpargatas de lona y yute -negras para más señas que no pegaban ni con cola- y que me estaban grandes. ¡Imaginen mi pinta! de mil colores y con unas zapatillas tiñosas...pero esto no fue lo peor.
Vestida de tal guisa y sujetando la bandera- que parecía yo que acababa de salir de una película del Rey Arturo- a unos cuarenta y un grados a la sombra y sin una gota de alcohol en el cuerpo y por tanto carente de esa alegría inconsciente que nos proporciona la libanza y llena de sentido del rídiculo -frente a las demás que iban estupendísimasdelamuerte con sus escarpines fresa- me colocaron junto a un borracho en tal estado de embriaguez que semblaba que había salido directamente del cuadro de Velázquez, tal era su estado. Sus gorjeos no permitían adivinar lo que decía. Sus bailes espasmódicos eran dignos de Michael Jackson en Thriller, así como su cara descompuesta, periódicamente hacía amago de vomitar todo el alcohol que se había metido en el cuerpo y sin embargo cuando se recomponía parecía un soldadito de plomo de tan tieso que se quedaba a instancias del "cuidador" de la comparsa que amenazaba con expulsarle del boato (este es un cristiano que va controlando que la gente que desfila no se desmande demasiado- hago esta apostilla para los no iniciados). Durante casi una hora tuve que desfilar junto a este individuo- del que nadie pudo dar razón pues no sabían quien era ni porqué estaba allí- con grave riesgo para mi integridad física, higiénica: por el vómito lo digo, y mental pues me aburrí más que leyendo Proust.
Piensen lo agradable que puede resultar recorrerte todo el pueblo rídiculamente vestida y calzada, acompañada de un primo de Baco que olía como si se acabara de bañar en DON SIMÓN y con el traje hecho jirones de tantas veces que aterrizó; sudando como en un baño turco y como siempre ¡haciéndome pis!...en fin que poco más puedo añadir de aquella horrible experiencia que el tiempo y el "alemán" se encargaron piadosamente de borrar de mi mente. Solo conservo la foto que adjunto y que por un momento al verla en un cajón trajo a mi mente tan horrible recuerdo.
Al ser embriagado nunca le volví a ver y nadie, como dije antes, pudo averigüar de quien se trataba y aunque la Guardia Civil siguió su rastro alcohólico, desapareció sin dejar rastro.
Pero como el ser humano siempre cae en los mismos errores, repetí la experiencia de salir en la entrada y esta vez ¡disfrute como una enana! ...lo cual no quiere decir que cuando seamos capitanes me vaya a vestir de doña Jimena...no se hagan ilusiones.
Piensen lo agradable que puede resultar recorrerte todo el pueblo rídiculamente vestida y calzada, acompañada de un primo de Baco que olía como si se acabara de bañar en DON SIMÓN y con el traje hecho jirones de tantas veces que aterrizó; sudando como en un baño turco y como siempre ¡haciéndome pis!...en fin que poco más puedo añadir de aquella horrible experiencia que el tiempo y el "alemán" se encargaron piadosamente de borrar de mi mente. Solo conservo la foto que adjunto y que por un momento al verla en un cajón trajo a mi mente tan horrible recuerdo.
Al ser embriagado nunca le volví a ver y nadie, como dije antes, pudo averigüar de quien se trataba y aunque la Guardia Civil siguió su rastro alcohólico, desapareció sin dejar rastro.
Pero como el ser humano siempre cae en los mismos errores, repetí la experiencia de salir en la entrada y esta vez ¡disfrute como una enana! ...lo cual no quiere decir que cuando seamos capitanes me vaya a vestir de doña Jimena...no se hagan ilusiones.
Pues el la foto estas divina de la muerte, seria antes de empezar la entrada...
ResponderEliminarLa verdad es que antes si que se bebia en la entrada, no como ahora que las filas van rectas (dentro de un orden).
Un abrazo
Vte