Tengo un amigo, Edu, al que le encanta comer y toda la vida ha dicho con mucha sorna "Mi vida es un intervalo entre comida y comida".
A mí se me puede aplicar una frase parecida pero con significado muy distinto "Mi vida es un intervalo entre régimen y régimen".
Desde que tengo uso de razón estoy haciendo régimen y no se crean que es porque soy una foca, ¡ni muchísimo menos! pero es que he tenido la enorme desgracia de nacer entre flacas patológicas ¿que no saben lo que es una flaca patológica? pues yo se lo explico encantada….. Estas tías (porque no se merecen otro apelativo) son aquellas que se meten entre pecho y espalda unos bocatas de sobrada para merendar que ya quisiera para sí el mismísimo Carpanta y se los zapan to-dos los dí-as a la hora de la merienda, pero no es sólo eso, es que previamente han engullido un suculento desayuno completo con mantequilla y mermelada incluidas (¡como las añoro!), un enorme bocadillo de atún con aceitunas de almuerzo sobre las once, que no vayan a pensar que pueden seguir trabajando sin combustible y a la hora de comer dos platazos y postre, seguido por un cafelito con pastas para no sufrir un vahído y luego ya llegamos al bocata de sobrasada ¡que envidia! pero, como este ha sido sobre las seis, a las nueve ya están cenando sentadas no de pie como yo, por supuesto otros tres platos y postre y a dormir tan ricamente, que estas tías encima no padecen de gases, flatulencias o males vergonzantes similares como los que sufrimos las demás mortales, vamos que si yo ceno lo que ellas no duermo en toda la noche soñando con vampiros.
Pues bueno a lo que iba, mi prima Elena con la que me he criado, es una de esas TÍAS que zampa hasta reventar y nunca pasó de una talla 40, lo mismo puedo decir del resto de mis amigas actuales y de la infancia y no quiero contarles mis cuñadas, todas unas flacas espantosas.
La cuestión es que al lado de estas tías tú pareces la mismísima Monserrat Caballé y claro eso no es de recibo.
Así que desde mis tiernos 14 o 15 añitos he suspirado por ser flaca (lo cual lógicamente es imposible dada mi constitución de natural robusta) y en estas lides aprendí a remar con mi amiga Alicia ¡¡si a remar!!; mi padre tenía una barquita en el Náutico y allí nos ven a las dos tontas saliendo por la bocana del puerto y adentrándonos en el mar remando como posesas y eso cuando no nos metíamos en los canales de la Albufera y nada de contemplar la naturaleza, nosotras a lo nuestro ¡a remar para quemar calorías!. Estos ejercicios iban seguidos de una subida de escaleras hasta el piso 15º dos o tres veces seguidas en días alternos. Nos alimentábamos de yogures de macedonia (entonces,en la edad de piedra no existía lo light) mientras Elena se comía sus suculentos bocatas de sobrasada para deleite suyo y envidia nuestra.
Con el paso de los años y el cambio lógico de círculo de amistades he tenido la desgracia de caer siempre entre flacas patológicas que además, con los años ganan en mala leche y te hacen preguntas del tipo ¿tu siempre has sido gorda o es transitorio? oye ¿no te has planteado hacer régimen? o "lo que te pasa a ti es que no haces ejercicio" en fin que les voy a contar, ¡como si yo no supiera lo que es un régimen! a saber, he probado el de la piña, el de proteínas sí e hidratos no (este es más moderno), el de los yogures, el disociado, el de hierbas asquerosas, el tradicional de todo hervido y a la plancha, el de galletitas sustitutivas, el de las gambas ¡carísimo oigan!, en fin todos los posibles y ¿para qué? pues para ganar kilos con los años y llegar como decía mi amigo Rafa a la "redondez perfecta".
¡Esto es injusto! me digo continuamente ¿por qué los hombres nos gustan sean flacos o gordos? ¿por qué se permiten el lujo de decir ¡menuda tía foca! cuando ellos tienen las dimensiones del padre de Dumbo? ¿por qué los hombres se atreven a ponerse en bañador y nosotras nos ocultamos tras un pareo "i-de-al de la mu-er-te" todo para no mostrar el mollerio? y esto mientras mis asquerosas amigas lucen palmito en la piscina.
Otro día hablaré de las visitas a las tiendas en las que las dependientas parecen todas hijas de Audrey Hepburn, no por guapas sino por flacas, que te miran fijamente y te dicen "me temo que no tenemos su talla" sin preguntarte que es lo quieres porque a lo mejor sólo has ido a comprar una bufanda ¡sería el colmo no encontrar bufandas de mi talla! y tu te vas toda ofendida murmurando para tus adentros sin atreverte a decirle ¡So flaca que sepas que a mi churri le parezco monísima y que a los tíos lo que les gusta es la chicha y tocar donde haya carne y no huesos!
Llegará un día glorioso en que se acabará esta tortura...¿cuando? pues cuando las flacas engorden (les he echado una maldición a todas) o cuando yo me vaya a vivir a Miami donde me han dicho que hay el mayor porcentaje de gordas del mundo y entre ellas yo seré por fin un flaca patológica.
PD: estoy a régimen y me encuentro I-DE-AL- DE LA MU-ER-TE, pero llevo muy mal la abstinencia de cervecita.