lunes, 8 de octubre de 2012

CARPE DIEM

¡ODIO LA TRANQUILIDAD!



  -Tranquilidad, quiero tranquilidad, una tarde sin hacer nada, leyendo, viendo la tele, durmiendo....- me exhorta mi santo con cara de desesperación.
-¿tranquilidad? ¿para qué narices quiero yo tranquilidad si me voy a hartar de tenerla cuando vuelva a Valencia? 
- ¡hay que vivir al día, aprovechar lo que tienes, los pequeños regalos que te da la vida, exprimir a tus amigos con su compañía hasta que estén hartos de tí!
¿quieres tranquilidad? pues quédate con ella, que no pienso ponerme celosa,  yo me largo con viento fresco.

  Esta conversación es producto de la desesperación en que vive mi santo desde que comienza la vida virtual en ese pequeño rincón llamado Benejama, hasta que culmina con la locura de "les festes"....y esta actitud no es sino producto de la filosofía de vida que rige nuestra relación desde que nos conocimos CARPE DIEM, APROVECHA EL MOMENTO que otros malos vendrán y te harán arrepentirte de no haberlo hecho. 
  El problema es que nosotros "carpediamos" en exceso durante los cortos lapsos de vida virtual con que somo obsequiados y de ahí viene su obsesión con gozar de algo de tranquilidad durante ese tiempo.

 La vida son cuatro días, eso dice el dicho, dos nos los pasamos durmiendo, otro estudiando y trabajando...y ¡nos queda uno! y ese es el que hay que aprovechar al máximo.
 Se trata de no dar tregua al tiempo pues, como dijo el sabio, es éste el único recurso no renovable. Por eso hay que agotarlo, exprimirlo y sacarle todo su jugo.
 Y cuando has llegado a la perfección en tus momentos de vida virtual no puedes esperar tener momentos tranquilos, es más no debes ni desearlo, porque el tiempo- que tan lento transcurre cuando estás en una situación desagradable o tensa, cuando estás trabajando o estudiando, cuando estás enfermo o sufriendo- pasa demasiado rápido, inexorablemente y sin remedio y no es cosa de dejarle irse con tanta facilidad. Y aunque no le puedes engañar si le puedes poner la zancadilla y hacer que se quede un ratito más ¡paradoja habemus!

Y por eso no queda otra que poner en práctica la filosofía "carpediema" si no quieres "atocinarte". 
Porque los humanos tenemos una tendencia al tocino- que es en lo que nos convertimos por exceso de sillón-ball y defecto de movimiento- que se acrecienta a medida que cumplimos años y quizás también por nuestro parecido con el noble animal denominado gorrino del que todo se aprovecha, y no me digan que no, que ya estamos en vías y si no lean, lean esto: 
http://www.medycom.com/lavanguardia/xenotransplante.html

 En fin a lo que iba. Te puedes tomar la vida con mucha tranquilidad y morirte de asco metido en casa o puedes decidir que esto no es lo tuyo y dedicarte a quemar el tiempo con aprovechamiento y buen humor.

 De todo hay en la viña del Señor, y habrá quien me dirá que lo que más le gusta en el mundo es emular a Homer Simpson haciendo el perro en el sofá. 
No es que yo no lo haga ¡soy una profesional del sofá! tengo más horas de sillón-ball que años tiene la Obregón, y no  precisamente por mi gusto.
Las circunstancias y los circunstancios te obligan a ello y es frente a eso que me rebelo.
Así que un buen día decidí que se había acabado. 
Yo que nunca iba a las excursiones, me apunté a todas (menos a la de Fontanares, que una, ya saben, no soporta las cuestas). Me dediqué con fruición a aprender a jugar al mus, disciplina en la que he logrado un gran aprovechamiento- modestia aparte- para cabreo de Paloma, que aún así este año nos ha ganado ¿será culpa de mi compi?- no te piques, ¿eh?-. 
Cogí mi vieja y preciosa Orbea para disfrutar el "verano azul" con que somos obsequiados. Juego al pádel hasta la extenuación, con cuarenta grados o lloviendo, siempre que haya una oportunidad la aprovecho. Da igual perder o ganar, sólo me interesa disfrutar, reír, vivir en definitiva y engañar al tiempo, no se trata de matar el tiempo, se trata de disfrutarlo, porque, queramos o no él nos acabará por matar y ¿para que molestarse entonces en matarlo? disfrutarlo es lo que toca.

 ¡CARPE DIEM! 
¿Quien sabe cuanto nos durará este privilegio que tenemos de poder disfrutar de buenos amigos, de buenas cervezas, de risas, de interesantes o aburridas conversaciones, de riñas y cariños, de cenas en Sanxet o en Valencia, de viajes por España o por donde sea- la cuestión es salir- de las fiestas- porque no las odio tanto como aparento- del invierno helador del poblet, del billar, de la horrible gastronomía del valle del Vinalopó, del Caliu y de "los viejos", de los montaditos y del Albero, de la vida en definitiva? 
Pues ale, levántense y disfruten que nos quedan dos días y medio.